Cuando Sandra de Blas volvió de Finlandia tras unas prácticas forestales, no imaginaba que acabaría convirtiendo una idea nacida en un curso de emprendimiento en un proyecto con impacto internacional. Hoy, desde su pueblo natal, Pedrajas de San Esteban (Valladolid), lidera Natursnacks, una pequeña empresa que elabora frutas y verduras deshidratadas de forma artesanal y saludable. Con un equipo principalmente femenino, gestionan todos los procesos de la empresa y distribuye y exporta sus productos gracias al apoyo de la tecnología y la conectividad.
“Yo no tengo nada que ver con el mundo agroalimentario. (…) Justo había un curso de creación de empresas que había lanzado el Ayuntamiento de Valladolid. (…) yo venía súper creativa y pensé por qué no apuntarme? Claro, cuando me leí todas las bases y todo había que llevar una idea. Yo no tenía ninguna idea vista.”
Del deshidratador casero al obrador rural
Sandra comenzó literalmente desde cero, llenando su casa de utensilios y experimentando con un pequeño deshidratador. Con la ayuda de su familia, fue desarrollando un producto artesanal, sin conservantes ni aditivos, que pronto conquistó los paladares más exigentes.
“No metemos al horno nada que nosotros mismos no nos comeríamos. En cada bolsita va un valor añadido.”
Natursnacks apuesta por la economía circular y el trabajo con agricultores locales que cultivan de manera sostenible.
“Trabajamos con agricultores familiares con pequeñas plantaciones que miman sus cultivos. Nos entendemos mutuamente y colaboramos en condiciones justas.”
Innovación y tecnología al servicio del mundo rural
Aunque sus procesos son manuales y tradicionales, Sandra ha sabido incorporar la tecnología para mejorar la gestión y la eficiencia.
No tenemos equipo comercial en la calle. Todo lo vendemos por teléfono, WhatsApp o web. La digitalización nos permite controlar la trazabilidad y el stock a golpe de clic.
Su experiencia demuestra que la innovación y la tradición pueden convivir perfectamente en el entorno rural, generando productos de calidad y oportunidades locales.
Emprender desde el pueblo
En su obrador trabajan principalmente mujeres de la zona, muchas de ellas mayores de 40 años. Con más de una década de recorrido, Sandra mira atrás con orgullo y aprendizaje:
Empecé con 22 años, sin recursos ni experiencia. Lo llamo emprender a lo pobre. Si volviera a hacerlo, lo haría otra vez… pero con todo lo que sé.
Su historia es un ejemplo de cómo el talento, la tecnología y el arraigo pueden convertir una idea rural en un proyecto con proyección internacional.
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